sábado, 2 de enero de 2010

sosiego

La nadadora de mis sueños no se me parece.
Ella puede zambullirse en cualquier charco, extenderse en el útero acuoso donde se engendran algunas de tus más fecundas mentiras.
Libre de posibles fracasos hídricos consigue esparcirse en la humedad de cardúmenes desconocidos.
Vaciada de mi, líquida, toda ella agua, no precisa superficies para poder respirar, soberana de la inmersión quiere vivir sumergida, lejos de la aspereza
de los fuegos corrompidos de los tedios putrefactos de tus máscaras caducas de tu insuficiencia obstinada de tu sequedad cáustica de toda tu ironía árida puesta en escena antes de actuar.
Yo la miro inundarse
hundiéndose despacio se deja anegar
sin miedo irá perdiendo pie
nadie la vendrá a auxiliar
(nunca aprendió a pedir ayuda)

solo un detalle nos hermana: la nadadora de mis sueños no sabe nadar