martes, 2 de febrero de 2010

SILENCIO HOSPITAL (por Pedro Herrero)

Hace un juego de locos. Lo hace y muy bien. Consiste en gritos, en desesperación y llanto. Ese llanto que lo encierra en el cuarto hermético. De un lado a otro se va dando golpes que ya no soporta y cae. Y todo por no hacer silencio.

Sólo con la espera de unos segundos alcanzaba. Profundizando la mirada, leyendo la misma. Sabiendo que cada parte del rostro habla. Adivinando muecas. Esperando (aunque impaciente) conocer el pensamiento (ya expresado) del otro.

Aprieta los labios. Espera para que lo que hay dentro de ti se convierta en sonido. Si lo haces desear se disfruta. No todos los interrogantes necesitan respuesta. Algunos son sólo para molestar, para encerrar y tú los contestas.

Ves que no entiendes nada. Ahora ríes. Te causan gracia tus moretones. Tienes la cara negra y te ríes. Qué pasa, no recuerdas. Cuando el llanto se agota, agota al que llora, por eso carcajeas como loco (que eres).

En algún lugar leí que el silencio es el antifaz de los sonidos más hermosos, y eso tú no lo comprendes. Por eso estás allí, luchando para salir de lo herméticamente ruidoso. Se te acabó la batería y no tienes con qué recargarla. Te avise que el derroche te iba a encerrar y no escuchaste porque hablabas.
En este cuarto sólo hay una persona y saber que soy capaz de verla, no me alegra.


Nota: de a ratos, cuando el silencio se sospecha eterno es bueno ver que otros hablan por nosotros. Aquello que hace tiempo se me niega decir, otro, en la distancia, lo sintio por mi.
(pequeño texto de mi reverso)